sábado, 14 de noviembre de 2009

Muñoz Piloña

Le llamaban el enano Muñoz Piloña, iba con la onceava promoción pero en realidad había ingresado al Hall de San Marcos y cursado el primer año allá. Estaba en tercero cuando nosotros ingresamos y ya era cabo efectivo. Lo que le faltaba en estatura le sobraba en liderazgo. No era de los “golpeadores” sino de los “exigentes”, no toleraba nada menos que la excelencia. Al finalizar el primer año él me examinó de educación física y si bien no perdí, apenas logré pasar con la nota mínima (pasé mucho tiempo pensando que si hubiera sacado unos veinte puntos más, la bandera hubiera sido mía y no de López Jiménez).

En enero siguiente ingresó a la Politécnica, una vez escuché la anécdota que para lograrlo, se empinó cuando lo midieron porque no llegaba al 1.60 mínimo que pedían para admitirlo, algo que se hacía obvio en los desfiles, porque él era el más pequeño de todo el batallón de cadetes.
Íbamos con alguna frecuencia a visitar a los ex alumnos del Hall que estaban estudiando allá. Recuerdo especialmente una vez que lo encontramos todo moreteado, se notaba que le habían dado una soberana paliza. Al ver nuestra cara de sorpresa nos dijo que por favor lo disculpáramos si alguna vez nos había tratado mal. Sacó fuerza de flaqueza y se graduó como oficial en el año 1972.

Diez años después, cuando ya era capitán, organizó el movimiento que llegó a conocerse como de oficiales jóvenes que derrocó al general Lucas y puso en el poder al general Ríos Mont. Cuando el ejército recuperó su organización jerárquica y sustituyó a Ríos Mont por Mejía Víctores, los días de Muñoz Piloña estuvieron contados. Al poco tiempo causó baja, formó una compañía de servicios de seguridad. Muchos detalles de cómo organizó el golpe y lo que vivió en esos meses que acompañó a Ríos Mont en el poder, los supe de su propia boca algunos años después, en una amena charla que duró toda una noche.

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