martes, 17 de noviembre de 2009

El Negro Martinez Veliz


El capitán José Vicente Martinez Veliz, era el caballero alumno 1-13. Le decían el negro por el color de su piel, que era un reflejo del tono de su corazón. Impresionaba cuando se ponía el uniforme de gala, ya que lo tenía tapizado de condecoraciones. Era maestro de paracaidismo y uno de los pocos que en ese entonces ya tenía placa de combatiente. Además lucía el parche con la carabela que identificaba a los graduados de la Escuela de las Américas en la zona del Canal. Había sido instructor de los cubanos que se prepararon en la finca Helvetia (en Retalhuleu) y que luego fueron conducidos al fracaso que la historia recuerda como la invasión de Bahía de Cochinos, que muchos consideran la gran traición de Kennedy y que meses después, soy de los convencidos, le costó la vida.

Llegó al Hall como oficial encargado de tercer grado, justo cuando a mi promo le tocaba cursarlo y con un objetivo, que todos al concluir el ciclo pasáramos a la Politécnica. El tipo amaba su profesión, era un obsesionado con las armas, le encantaba contarnos anécdotas de su vida y darnos claves para asegurar nuestra sobre vivencia. A veces nos tenía sentados en círculo en alguna área verde, de pronto se sacaba una granada del cinturón y la lanzaba contra nosotros al grito de “¡Ranger!” para probar nuestros reflejos.

Si había algo que le sacaba de quicio era que lo retaran, y el mayor reto que podía hacérsele era decirle que no íbamos a entrar a la Politécnica, algo que nos preguntaba una o dos veces por semana. Normalmente, en uno de esos círculos en los que nos formaba, decía “Siéntense lo que sí van a pasar a la Escuela” y todos menos dos, se sentaban. Nos quedábamos de pie, el gordito Reyes y yo. El tipo se nos dejaba ir y nos comenzaba a pegar con su bayoneta en el pecho mientras nos decía hasta de qué nos íbamos a morir si no entrábamos a la Politécnica, pero ni así claudicábamos. El gordito Reyes tenía sus razones y yo las mías (yo no tenía vocación de militar y lo que es peor, sentía terror de volver a caer en manos de Granados y sus secuaces que estaban esperándome). Como el negro nos había amenazado que nos mataría si regresábamos al Hall luego de vacaciones (para estudiar allí el cuarto año), muchos de mis compañeros no siguieron allá por temor a que la cumpliera.

Para ganar educación física, en tercer año se promediaba el resultado del examen físico con el examen de natación. Algo que para mí no era ningún aliciente porque soy consistentemente malo haciendo ejercicios, tanto en tierra como en el agua. Sin embargo eso de la natación me atraía y mamá me dio permiso para quedarme por las tardes practicando en la piscina. Varias veces el profesor, el capitán Iriarte, se asomó y tomó nota del esfuerzo que estaba haciendo.
Llegó la fecha de los exámenes y Martinez Veliz en persona decidió practicarnos el de educación física, fue llamando a todos mis compañeros de tercero menos a mi, y conforme a las reglas, no podía tomar el de natación si no había hecho primero el otro. Finalmente solo yo estaba pendiente, era el último día de exámenes y el negro consumó su venganza. Me hizo un examen asesino, me hizo repetir todo, como mínimo, dos veces. Dos compañeros me llevaron prácticamente a rastras (en zopilotío como si me hubiera pasado de copas) hasta la piscina. ¿Y qué iba a hacer en la piscina si ni los brazos o las piernas me respondían? Dicen que mi cara estaba tan blanca como esta hoja de papel, casi a rastras me escondí detrás de unos troncos y me puse a vomitar. El capitán Iriarte, sin alzar la vista de su tablilla de anotaciones, ordenó que me desvistiera y que me metiera a la piscina. Cuando ya estaba en calzoneta y temblando por el shock, me dijo más o menos así “Mirá mico, si te pongo a nadar te morís, yo sé el esfuerzo que has estado haciendo, así que sólo atravesate la piscina a lo ancho una vez” Así lo hice (y esos veinte metros me costaron un triunfo, yo que había logrado nadar más de quinientos metros cada tarde). El capitán me entregó mi boleta en la que constaba que había nadado los mil metros y los cuatro estilos con un flamante cien al lado.

Gestos como estos son los que recuerdo y agradeceré siempre mi inolvidable Fantasma.
Supongo que el negro Martinez se ha de haber mordido aquello que las mujeres no tienen cuando, al anunciar los resultados del año, saqué el primer puesto de mi grado y continué como el primer escolta (es decir el tercer puesto en todo el Instituto). Ya les conté las anécdotas del grupo que me acompañaría en la escolta en ese primer año en el que Argueta fue el abanderado. Pero aún hay más.

Para la clausura quiso mi mala suerte que fuera Martinez Veliz el designado para ponerme las placas (equivalentes de medallas) que acreditaban mis logros de ese año. Estas placas eran unos pequeños rectángulos de metal en dónde se decía lo que estaban premiando, por la parte de atrás tenían cuatro pines de metal (semejantes a clavos) que se sujetaban al uniforme con una especie de clips. Se suponía que en el acto nos abrían la guerrera, ponían la placa y por el lado de adentro la sujetaban con los clips, luego nos cerraban el uniforme. Ese era el procedimiento, pero Martinez Veliz tenía otro plan.

En mi álbum hay una foto que inmortaliza el momento. Martinez Veliz está firmes frente a mí sonriendo. Yo le estoy viendo a la cara y sonrío a la vez. Parecemos dos personas satisfechas de lo que hemos hecho. Sin embargo, lo que la cámara no llegó a captar fue que el desgraciado nunca me abrió la guerrera y nunca me puso los clips; colocó las dos placas en mi uniforme y de un puñetazo la ensartó en mi pecho. Pasé muchas semanas con ocho agujeritos en el pecho, recordándome a mi rencoroso capitán.Años más tarde me contaron una tenebrosa historia del Negro, trataba sobre la manera como había muerto su esposa y el papel que se sospechaba había jugado él en esa situación.

8 comentarios:

  1. El Coronel Martínez Veliz se ha convertido a Cristo. Recientemetne se bautizó en agua. Su vida ha sido transformada por el evangelio. Se congrega en la Iglesia El Ejército de Dios ubicada en la zona 2

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    1. Cumpita - El coronel fue un gran amigo de mi viejo. frequentaba mi casa en una aldea de Asuncion Mita, Jutiapa para practicar tiro al blanco con su tropa y entrenos en nuestros terrenos en los 80. Si le menciona se recordara de nosotros y el dira si tiene interes de ver a mi viejo nuevamente. Gracias!

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  2. Soy del Hall el 20-63 y de la Poli el 3665

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  3. Yo soy de la promocion 30 del hall y soy sargento mayor 03 del curso Kaibil visto orguyosamente la placa de airbourne que saque en Kentucky,USA me recuerdo de en el hall nos apaleraon una vez unos campesinos que estaban protestando en la aurora nos iseron sudar esos pisados todavia me dio tempo de aguardar mi beerete en la mochi y salir tirando mierda saludos desde poptun,peten. Kaibil!!

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  4. Calidad que Anécdota mas hermosa. Pero me dejo picado. Concluya la segunda parte. Q paso con la Muerte de la esposa. Del N.M...

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  5. CA. 11-63 tuve el honor de conocerlo siendo Tte. Cnel en el Hall de Zacapa y puedo dar fe junymto con mis hermanos 3 varones que fue la pura troza pero gracias a ello ahora somos hombres de honor leales y ni nosotros ni nadie más de la familia (primos) que continuaron sus estudios en la Gloriosa Escuela Politécnica de Guatemala somos delincuentes gracias al ejemplo del Coronel Martínez Véliz hombre recto como ninguno y honrado a carta cabal.

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  6. Respecto a lo de su segunda Esposa fue trágico Descanse en Paz, pero se de primera mano que no existió
    P.A.V. fue algo trágico si pero no conviene mezclar las cosas. Permítame decirle mi antiguo y con el (respeto que se merece) es usted un resentido. Y véalo desde el punto de vista gracias a él creó que usted no es un terrorista subversivo o un delincuente que anda metido en maras, o es acaso un corrupto del Estado?

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