lunes, 16 de noviembre de 2009

El Pío Cuellar y los clavados en pelota

El oficial que tuvimos en segundo año era el teniente Porfirio Cuellar Estrada, más conocido como el Pio Cuellar. Realmente, luego de compararlo con los otros locos que tuvimos de instructores, debo decir que fue de los más calmados. Al Pío le encantaba la educación física (por culpa de su afición fue que se me ocurrió lo del desgarre en los músculos del estómago porque ya no aguantaba tanto entrenamiento físico) y cuando uno menos lo esperaba (o tal vez cuando no tenía ganas de dar clase) nos llevaba a la piscina y nos ordenaba desnudarnos hasta quedar como Adán en el paraíso. Luego nos hacía subir al trampolín y tirarnos de espalda y de cabeza. Sólo había un pequeño detalle. Desde la colonia Lomas de Pamplona, que quedaba barranco de por medio, se podía ver todo lo que pasaba en la piscina. Lo descubrimos por el reflejo de varios lentes larga vista a través de los cuales nos observaban. Después de ese incidente, el Pio optó por otro tipo de ejercicio menos expuesto a la lascivia de los mirones.

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