domingo, 15 de noviembre de 2009

Los Mulet

En el Hall había algo así como dinastías, varios hermanos que pasaban por allí y que los identificaban por sus apodos. Recuerdo a los Piochas (Rosales Mendez Ruiz), cuatro hermanos brillantes desde el punto de vista académico; los Pollos (Álvarez) tres que son recordados por molestones; los Picheles (Ruiz Morales) dos que también destacaron académicamente, pero los que definitivamente son inolvidables por diferentes, son los Mulet, los tres hermanos Mulet Lessieur y los dos primos Byrne Mulet.

Los Mulet Lessieur eran hijos de un periodista francés de apellidos Mulet Descamps de quien no tengo idea cómo fue que vino a parar a Guatemala. El mayor, Edmond era de la décima promoción pero perdió un año e iba con la once. Según decían, era el que más había sufrido porque cuando ingresó tuvo que aguantar las burlas y castigos que le propinaron por ser diferente (todos eran rubios y de ojos claros, por la educación que habían recibido en su casa, se comportaban de manera refinada, lo que chocaba con la manera de ser de la mayoría de alumnos en el Hall). Contaban que los primeros días había llegado con pantalones cortos de tirantes y calcetines altos. Edmond, al igual que yo, jamás estuvo en un pelotón de fusileros, él se refugió en la banda de guerra y los dos años que compartimos siempre fue el segundo del encargado. Como era alto y blanco, destacaba al frente de los cornetas marchando con mucho entusiasmo aunque sus compañeros se burlaban de que, siendo ya de últimos años, sólo estuviera en la banda. Recuerdo un viaje que hicimos para desfilar en un pueblo llamado el Jícaro y que al regreso compartimos asiento en el bus. En ese tiempo estaba en segundo y era el portaestandarte. Comenzamos a platicar y pronto nos pusimos a comentar libros que habíamos leído, para nuestra mutua sorpresa compartíamos gustos y las horas se nos hicieron cortas. Entonces cambió mi imagen de él, me di cuenta que si bien no destacaba en los estudios, tenía una cultura envidiable. Con el tiempo fue destacando en el cuerpo diplomático y en el año 2007 lo nombraron secretario de la misión de la ONU en Haití, luego llegó a secretario general adjunto, todo un honor para Guatemala.

Maurice, el segundo, era de la once pero iba con la doce. Era delgado y no muy alto, molestón y rebelde.

Y luego estaba André, el pequeño, el de mi promoción. André se parecía más a Maurice y estábamos en la misma sección. Como tenía dos hermanos grandes (uno en segundo y otro en tercero) no lo golpeaban, a los antiguos les divertía con su inocencia. Recuerdo que hasta los malos de Granados lo rodeaban y le decían –Nuevo, decí malas palabras- André, con su carita pecosa y sus grandes ojos azules, decía con vocecita aflautada –Malo, feo- y los antiguos se doblaban de la risa. En aquella época era obligatorio que nos pusieran varias vacunas, entre ellas la de la tuberculosis. Primero nos ponían la prueba de la tuberculina que era un poco de líquido que aplicaban justo debajo de la piel y que formaba una bombita, como ampolla. Nos ponían en fila y Aspirina con otro enfermero iban aplicándola (no me pregunten de higiene, ellos llenaban su jeringa y usaban una misma aguja para todos). Yo iba justo detrás de André y vi que cuando se la pusieron, se puso blanco como papel y se desmayó.

Al profesor de artes industriales, de apellido Samayoa, le decían “padrote” no me pregunten por qué, ese no es un apodo del que uno pueda sentirse orgulloso. El bendito padrote nunca se quitaba los lentes oscuros, en realidad nunca le vi los ojos, lo cual era peligroso el día de los exámenes porque no podías saber si te estaba controlando cuando sacabas el chivo o el cuaderno. Resulta que uno de los experimentos que le gustaba hacer era regar agua en el piso, luego metía un alambre en un tomacorriente y nos obligaba a arrodillarnos y poner las manos en el agua, entonces, mientras tomaba el alambre metido en el tomacorrientes con una mano, nos comenzaba a pasar la otra por la cabeza pelona. Era una sensación rarísima, como si miles de alfileres se estuvieran clavando en tu cerebro. No está de más decirles lo que pasó cuando a André le tocó sentir al experimento.

Edmon y Maurice sí se graduaron del Hall, André estuvo dos o tres años, luego tomó otro camino.

Enrique Byrne era de la promoción de Carlos Braulio, tenía mucho parecido físico con André y fue el más “normal” de los cinco. En cambio Donald, su hermano pequeño, cerró con broche de oro el pentágono de los Mulet. Donald era de la promoción de manzanita, y si me permiten decirlo, parecía muñequito. De ojos azules y rasgos finos, se veía precioso con los uniformes. No lo traté mucho en el Hall, pero años después me sorprendió verle con sotana, pero también a veces por las noches en las discotecas, disfrutando la compañía de otros jóvenes. Entiendo que finalmente abandonó el sacerdocio y decidió salir del closet.

4 comentarios:

  1. A Edmond Mulet le tocó la dificil tarea de coordinar la ayuda para reconstruir a Haití luego del terremoto. Se dice que es una de las peores tragedias de los últimos tiempos. Que Dios te ilumine y te de fortaleza admirado amigo. Braulio

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  2. Yo tuvem mi dinastia de hermanos en hall en la 30 del hall eramos los Cox Mendizabal mi appodo era indiozabal el de mi hermano cheko era Tata
    por que sacaba mucha fibra y el nas puqeño
    hunaphu su apodo era yonsons

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  3. Agradables e inolvidables anecdotas a juzgar por las fechas usted tiene la misma edad de mi padre. el estudio en el Hall de Occidente y en la escuela Politecnica. c.c. 2448. Murio en el conflicto armado en Rubelsanto AV. en 1981.

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  4. Agradables e inolvidables anecdotas a juzgar por las fechas usted tiene la misma edad de mi padre. el estudio en el Hall de Occidente y en la escuela Politecnica. c.c. 2448. Murio en el conflicto armado en Rubelsanto AV. en 1981.

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