miércoles, 25 de noviembre de 2009

Chejo

Como ya conté, el Chejo (Sergio Pineda), se quebró la espalda el mismo día que yo, aunque tuve mejor suerte que él ya que a mi sí me pusieron bien el yeso. Él quedó como jorobado.

Ya nos habían quitado las caparazones, estábamos en período libre y decidimos salir por la capilla a volar aviones de papel, nada malo pero que rompía la norma de que nadie podía estar fuera de las aulas en período de clase. De pronto se apareció el alicate Toledo (hoy el respetable doctor Manuel Toledo), sargento encargado y alumno de quinto año, con varios de sus compañeros galonistas. A todos nos reportaron por esa falta menos al Chejo, ¡porque estaba en la clase haciendo otro avión! Al finalizar el año le dieron la placa del alumno de mejor conducta de cuarto año y yo me moría de la envidia.

En quinto año todos comenzamos a decir qué íbamos a estudiar en la U y la mayoría nos decidimos por ingeniería química (sonaba sexi, pero no fue por el animaleje). No exagero, de los dieciséis que éramos, seis o siete decíamos que esa sería nuestra profesión. Hoy hay un ingeniero químico en la promoción, el Chejo. Un día confesó que había decidido estudiar eso por seguirnos. Se fue a vivir a la frontera con México y entiendo que es el feliz padre de muchos chejitos.

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